El Día Internacional, de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, encuentra a las mujeres de la República Dominicana y del mundo demandando trato digno y el derecho a vivir una vida libre de violencia. Esta fecha no es para felicitar a las mujeres, es para crear consciencia de la violencia estructural que sufren mujeres y niñas en todos los espacios sociales.
Es en el año 2000 que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituye el 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer “ en memoria a las activistas políticas de la República Dominicana, las Hermanas Mirabal: Minerva, Patria y María Teresa, asesinadas durante el régimen trujillista, el 25 de noviembre de 1960.
La violencia contra la mujer es “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”, según la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar, y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belén Do Pará). Es producto de este mecanismo y otros en la materia que se incorpora al ordenamiento jurídico dominicano la Ley 24-97, sobre Violencia Intrafamiliar, la cual entre otros asuntos tipifica y sanciona este cáncer social.
La violencia contra la mujer no es un fenómeno exclusivo del hombre, nuestra sociedad promueve la violencia a través de la música, el tránsito, los contenidos en las redes sociales y otros medios, conducta que se convierte en un detonante donde las mujeres son el blanco favorito para recibir este coctel que mata. Todo indica que urge promover espacios para una cultura donde impere el respeto, los valores éticos y morales para una mejor convivencia, educando para la paz y la tolerancia.
En lo que va del 2022 se han perpetrado alrededor de 64 feminicidios generales, de ellos 52 íntimos, según cifras suministradas por la Fundación Vida sin Violencia, entidad especializada en el tema. Asimismo, estadísticas ofrecidas por la Procuraduría General de la República dan cuenta que fueron asesinadas por sus parejas y exparejas sentimental 134 mujeres en el año 2020 y en el 2021 fueron 152.
Este infame conteo desnuda varias cuestiones: un sistema educativo deficitario e insuficiente, la necesidad de inversión de recursos económicos para el poder judicial y las instituciones que trabajan con mujeres y niñas, políticas públicas con perspectiva de género, falencia en la aplicación de la norma (se requiere un marco jurídico vivo y robusto y autoridades comprometidas e identificadas con los casos). Del mismo modo, que los mecanismos y protocolos implementados garanticen la protección de las víctimas y sus familiares en todas las etapas del proceso.
Las manifestaciones de la violencia son diversas: verbal, psicológica, física, simbólica, sexual, económica, moral y política, entre otras. No distinguen clase social, profesión, creencia ni edad. El patriarcado y la conducta machista son reminiscencias del salvajismo y la barbarie; mismos que son responsables por asociación de la violencia que padecen las mujeres en pleno siglo XXI. Son vectores de esta conducta el alcohol y el uso de sustancia prohibidas. De igual manera, el hacinamiento, régimen de consecuencia selectivo, resistencia a los cambios de paradigma de los roles sociales y conducta de violencia; esta última aprendida en las mayorías de los casos.
Los datos obtenidos del “Perfil estadístico de la violencia contra la infancia en América Latina y el Caribe” del Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez (UNICEF), refiere que desde la edad de 1 año los infantes le ven la cara a la violencia, dice además que en la RD (2016) los padres disciplinan a sus hijos a correazos (67%), sobre el hecho violento los progenitores dijeron que “ellos se lo buscaron”. Así ocurre con las mujeres (en voces de los verdugos).
Concluimos invitando a las autoridades de gobierno a colocar en el centro del debate de la agenda pública, los temas que impiden a las mujeres el desarrollo y el ejercicio pleno de sus derechos.
“Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte” Minerva Mirabal.